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SER TRANS EN ARGENTINA

  • Ian Lerman - Frente Secundarios
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

El 18 de noviembre, en Ciudad Evita, un patrullero que circulaba con las luces apagadas, atropelló a Treinti, una fotógrafa trans, asesinándola presuntamente en el acto. Quienes habrían cometido el crimen, levantaron el cuerpo y lo llevaron al hospital. 


La noticia se dio a conocer por historias de Instagram que denunciaban el crimen: el caso tardó en aparecer en los portales o medios de comunicación y no se investigó ni cubrió con la suficiente información. Quien primero lo visibilizó fue la influencer Milky Dolly, a ella le siguieron artistas como TAICHU, Blair y BB asul, que compartieron en sus cuentas de Instagram retratos que les había hecho Treinti.


¿Cómo puede ser que esta noticia pase casi desapercibida por el ojo público? ¿Acaso las vidas de las personas trans valen menos? ¿No merecen justicia, visibilidad? Argentina fue históricamente un país de avanzada en materia de derechos para las personas LGBT. En 2012, durante el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner, luego de una lucha exhaustiva y sin precedentes del colectivo trans en Argentina, con las referentes Diana Sacayán y Lohana Berkins a la cabeza, se logró aprobar la ley de Identidad de Género, que ampara y resguarda a la población trans. 


Sin embargo, en Argentina desde el 2016 hasta el 2024 se registraron 52 transfemicidios en los cuales el promedio de edad es de 35 años. En el último año, los casos de transfemicidios aumentaron en nuestro país. Pero no es algo exclusivo de la Argentina: Trans Murder Monitoring (TMM), un proyecto de investigación sobre asesinatos de personas trans en todo el mundo, llevado a cabo por Transgender Europe (TGEU), señala en su último informe que durante el 2025 aumentó de manera alarmante el porcentaje de activistas trans que han sido asesinadxs en todo el mundo. Estos datos demuestran un intento por callar a quienes luchan por su derecho a existir.


Pero no son sólo los crímenes de odio lo que vulnera los derechos y la vida de las personas trans, sino también los discursos de odio, la limitación de las terapias hormonales, entre otras. Por esto, es tan importante que sostengamos espacios de resistencia y contención como el Archivo de la Memoria Trans -que reconstruye historias de personas trans en la Argentina mediante fotografías y objetos-, la Asociacion Mocha Celis -bachillerato popular travesti-trans- y tantas otras organizaciones de índole comunitaria. Por último, resulta indispensable que sigamos luchando por defender nuestras identidades y nuestros derechos, que no nos dejemos pisotear ni bajemos la cabeza, porque tenemos la responsabilidad de construir una sociedad que incluya, para vivir una vida digna y dejarle un mundo mejor a los nuevos “niños de la bala”, como diría Paul B. Preciado. 


Exigimos justicia por Treinti y por todas las víctimas de los crímenes de odio.

 
 
 

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