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¿Libertad para qué y para quién?

  • Foto del escritor: Marcos Lainez
    Marcos Lainez
  • 17 ago
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 22 ago

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En la plaza San Martín, en el barrio de Retiro, el Libertador mira hacia los Andes. Ajeno al ruido de la ciudad, señala esas montañas que simbolizan la proeza colectiva que dio libertad a la Patria, esa libertad que se conquistaba juntos en contra de una potencia extranjera. 


Dos siglos después, libertad es la palabra que más se escucha en las comunicaciones oficiales. Pero esta libertad ya no es la de romper las cadenas del imperialismo, sino la de destruir al Estado argentino y entregar la suerte del pueblo a las fuerzas del mercado. Frente a esto, me pregunto si es posible una sociedad libre en un país que no lo es y cuándo la libertad dejó de ser un derecho de los pueblos para volverse un privilegio de unos pocos. 

En ese sentido, y en palabras del general Perón, del mismo modo en que nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza, tampoco puede haber hombres y mujeres libres en una patria sometida. La libertad individual no existe en abstracto.


Hoy, a 175 años del fallecimiento de una de las figuras principales de la independencia, creo importante no sólo reivindicar al San Martín de las batallas de Chacabuco o Maipú, sino también traer al San Martín que, desde su exilio, elogió a Rosas por la Vuelta de Obligado, que le envió su sable como reconocimiento a quienes, aún en la derrota, resistieron el avance de dos potencias europeas. Ese San Martín que entendía que la soberanía nacional estaba por encima del libre mercado, que afirmaba que “El interés extranjero, disfrazado de liberal, ha sido siempre el más temible enemigo de nuestra independencia”, que no estaba dispuesto a renunciar al control de nuestros ríos, los mismos ríos que hace décadas son gestionados por empresas europeas.


Pensando su legado y viendo al gobierno actual no puedo evitar preguntarme ¿hay libertad posible en un país en el que la economía depende de condiciones impuestas por organizaciones internacionales, por potencias extranjeras, por los mercados? La historia argentina enseña que sin independencia económica no hay libertad política, y sin soberanía política no hay dignidad. Milei podrá decir que sí, que la libertad individual existe incluso en la dependencia, siempre que no haya un Estado que la asfixie. Pero la historia es contundente: cada vez que se dejó a la sociedad a merced de la mano invisible del mercado, éste la empobreció y le arrebató sus derechos y cada vez que se perdió soberanía, la libertad se volvió un adorno retórico. Ejemplos de esto sobran, ya sea en la atroz dictadura militar, en la entrega de las políticas menemistas o más recientemente en el gobierno neoliberal de Mauricio Macri.


Hoy la sombra de nuestro Libertador, General José de San Martín se proyecta sobre cada discurso que se atreve a pronunciar la palabra “libertad”. Porque la pregunta sigue siendo la misma desde 1816: ¿libertad para qué y para quién?


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